Mientras usted lee estas lÃneas, algunos policÃas locales de zonas turÃsticas de Mallorca, incluidos los máximos jefes, están en prisión esperando a que un juez aclare su futuro. Cada dÃa aparece una noticia nueva que confirma el aspecto lamentable que muchos intuÃan en relación con la salud del mundo del turismo. Las redadas continúan a diario, destapando más y más basura referida a chantajes, prostitución, amenazas, sobornos, etcétera.
Un empresario implicado en todo este lÃo como denunciante indicó en una entrevista a Ultima Hora, un periódico de Palma de Mallorca, la razón por la que Magaluf es una zona sin ley: âHay demasiado dinero en juegoâ. Asà de simple. OlvÃdense del mercado, olvÃdense de precio-calidad. Aquà se trata de echar al otro al precio que sea, para quedarse solo delante de esos miles de turistas con dinero, muchos totalmente descerebrados.
Nada, absolutamente nada justifica la corrupción ni de los polÃticos ni de los funcionarios. Pero cuando lo que tenemos es un abismo económico entre los salarios de unos y los beneficios de otros, el riesgo es comparable al de acercar una cerilla a un bote con gasolina de aviación. Esto es lo que ha ocurrido y ocurre en nuestras zonas turÃsticas, sin que hasta el dÃa de hoy nadie haya inventado un mecanismo que permita atenuar estos riesgos.
Un empresario importante, sin desmentirme en ningún momento su vinculación personal con este tipo de prácticas, me comentaba que el uno por ciento de cualquier inversión turÃstica importante es el salario de varios años del alcalde o de cualquiera de los concejales, técnicos urbanÃsticos o personal auxiliar.
Otro me decÃa que lo que frecuentemente piden algunos es que pongamos de un lado una mina de oro, del otro a un conjunto de empresarios avariciosos y, sin ningún mecanismo de control, les digamos que no pasen una lÃnea imaginaria que trazamos en el suelo, para preservar aquel patrimonio. ¿Nos explicamos por qué tenemos Algarrobicos, aeropuertos sin aviones y policÃas locales detenidos por no haber visto jamás el tráfico de drogas?
Decenas de zonas turÃsticas españolas están en esta situación. Lógicamente, sólo la cháchara barata de los polÃticos puede hablar de estrategias o polÃticas públicas en estas zonas. Aquà no hay estrategias, aquà hay selva. ¿Qué ofrecemos? Lo que la codicia de nuestros empresarios y la corrupción de nuestras autoridades permite ofrecer. O sea, cualquier cosa.
¿Cómo deberÃamos hacer las cosas para que nuestras zonas turÃsticas no se conviertan en territorios sin ley, como evidentemente sucede cada vez que sus policÃas, sus funcionarios o sus polÃticos son detenidos por corrupción?
En primer lugar, no podemos actuar como hasta ahora, ignorando deliberadamente lo que ocurre. Nadie medianamente informado duda de que como mÃnimo tenemos un gran riesgo a nuestras puertas pero, sin embargo, nadie habrá visto iniciativa alguna para regular de otra forma nuestra polÃtica y servicios públicos locales.
En segundo lugar, parece evidente que uno de los grandes problemas es dejar en manos muy poco profesionales cuestiones de gran responsabilidad, como la seguridad, el urbanismo, etcétera. Esto nos hubiera debido llevar a la creación de organismo supramunicipales que gestionen estas áreas, con un o más reducido con el entorno, con una cualificación más alta y, sobre todo, con mecanismos de control más rigurosos.
En tercer lugar, si no se reordenan las competencias, se deberÃa revisar la autonomÃa municipal en los casos en que los negocios o la actividad que se genere en un determinado territorio supere ampliamente lo que era tradicional en ese ámbito. Todos sabemos lo que ocurre cuando un municipio rural, en el que nadie habÃa reparado, se convierte en una mina de oro. Y sin embargo, nadie intenta crear mecanismos que corrijan las evidentes disfunciones.
Si todo esto fuera poco, la estructura de nuestras instituciones es tan complicada que terminan por quedar atadas de pies y manos. En las islas, los municipios no tienen interlocución con la autonomÃas sino con los consejos (en Baleares) o con los cabildos (Canarias). AsÃ, pues, estamos introduciendo más y más capas istrativas, susceptibles de tener diferentes colores polÃticos, generando una maquinaria que tiene como norma su bloqueo, su parálisis.
En Baleares, donde ha habido un alud de casos de corrupción en los últimos años, la parálisis se traduce en que los funcionarios tienden a no firmar aquellos asuntos que no consideran totalmente claros. Dado que la legislación casi siempre es incumplible, el bloqueo se convierte en algo normal. AsÃ, por supuesto, es imposible tener una istración pública eficaz que aborde problemas del calado de los que hemos mencionado más arriba.
Por lo tanto, por el momento sólo nos queda la Justicia, y todos sabemos que también está integrada por personas no excesivamente bien pagadas.
Los munÃcipes hiperdimensionados en sus estructuras conllevan mala gestión y deficiencia en la gestión municipal a corto, medio y ruina a largo plazo. Que deberÃan ser punibles por responsabilidad civil subsidiaria de la cargos electos y ejecutivos.
La prevaricación el soborbo y demás actividades descritas son hechos delictivos dcon responsabilidad penal.
PaÃses como Polonia tienen penas de carácter penal para cargos municipales en casos de mala praxis.
Muchos de los consistorios mallorquines merecen mas que un correctivo un catarsi.
... y despues veremos la noticia de que al Estado se le paso... ocmo el inspector de la Paca...
... y después veremos la noticia de que al Estado se le paso... como el inspector de la Paca...
Una trama de corrupción con participantes del sector publico requiere de empresarios infringiendo las normas, décadas de gestión de la corporación local basadas en la dejadez con la intención de que la mayorÃa de las actividades de negocio caigan en el error de infringir las normas empezando por las urbanÃsticas, ocupando con cerramientos espacios reservados de retranqueo para poder competir en igualdad de condiciones con los que ya se han adelantado, el resultado un cumulo de gallineros de aluminio, lona y cristal sin proyecto que compiten al margen de la normativa y excluidos de protección jurÃdica por haber caÃdo en el error de hacer un pacto tácito con la corporación local; alcalde, arquitecto, aparejador, celador e ingeniero municipal de hacer, dejar hacer, guardar silencio y sumisión.