La aventura de 23 horas en un Londres-Asturias

El padre de Irene Aparicio esperó a ver que el avión de Iberia Express, que tenía que haber despegado de Londres Heathrow a las 16.45 de este miércoles, estuviera en vuelo para desplazarse al aeropuerto de Asturias, en las afueras de Avilés, a recoger a su hija. Una vez allí, comprobó que en las pantallas se iba informando de la hora de llegada, 19.40, e incluso en un momento se dijo que el vuelo iba a aterrizar. Entonces, inesperadamente, el vuelo desapareció de las pantallas.

El padre de Irene llamó por teléfono a su otra hija, Cristina, quien desde hacía más de dos horas había venido siguiendo en la web de Aena todos los detalles del vuelo: había visto cómo ponía que despegó y que estaba en vuelo. Todo coherente con la última llamada de Irene, que le dijo a su hermana: “Ya estoy embarcada. Despegamos.”. Irene, sin embargo, no llegaría a Asturias sino 23 horas después, y tras una aventura por Londres. Como ella, todos los demás pasajeros del vuelo que, en contra de lo que informó Aena, fue cancelado por un fallo técnico.

Al parecer, todos los pasajeros embarcaron en el avión, pero no llegaron a despegar. Estuvieron dos horas en la aeronave hasta que, mucho después, les indicaron que debían bajar porque el avión no podía operar. Los alojaron en un hotel de la zona y les ofrecieron un nuevo vuelo a las 6 de la mañana del día siguiente, pero desde un aeropuerto diferente, Gatwick. Por eso se levantaron a las 3 de la madrugada para ir al nuevo aeropuerto, donde llegaron tarde para el nuevo embarque, aunque los pasajeros creen que en realidad el avión estaba lleno y no se lo quisieron decir. Así que finalmente Vueling se hizo cargo de los pasajeros, que llegaron a las 18,30 del viernes.