La caída de Gadafi frustra el 'plan libio' de Ángel de Cabo

El actual dueño de Nueva Rumasa, el empresario valenciano Ángel de Cabo ha seguido muy de cerca la revuelta libia que ha acabado con la muerte del dictador Muamar El Gadafi. El fontanero reconvertido a liquidador de empresas firmó en enero de 2010, un año antes de que comenzaran las manifestaciones contra Gadafi, un acuerdo con la empresa estatal libia Ultico para construir un macro complejo residencial a las afueras de su capital Trípoli.

Según publica el portal extraconfidencial.com, de Cabo, que todavía no se había adquirido Marsans, pretendía construir un complejo llamado Northern Alghiran Complex, que se situaría al lado Mar Mediterráneo y valorado en más de 3.000 millones de dólares, con una extensión de101 hectáreas. El desarrollo se compondría de un hotel de lujo de 5 estrellas, un centro internacional de convenciones, tiendas, oficinas istrativas, unas 2.500 viviendas, un puerto deportivo, un hospital, colegios, parkings y hasta una mezquita.

Para llevar a cabo dicho proyecto, se constituyó la sociedad mixta Libyan Spanish Tourist Investment Company, pero finalmente faltaron los avales de la parte española y más tarde el régimen del dictador se desmoronó. El ahora dueño de Nueva Rumasa utilizó para constituir esta sociedad mixta en Libia una de sus empresas afines, la sociedad Nuevas Formas Diseno S.L. (NFD) también implicada en la operación con Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual para hacerse con Marsans.

Los problemas de Ángel de Cabo, según el mismo digital podrían además no haber hecho sino empezar ya que ahora los afectados de Nueva Rumasa piden al juez de la Audiencia Nacional que se investigue también la operación de venta al empresario valenciano, ya que la venta de cualquier activo de las empresas en concurso podría suponer un delito de alzamiento de bienes. Y, también, en que porcentaje se ha realizado la venta ya que según extraconfidencial.com algunas fuentes afirman que Cabo sólo se ha quedado con la gestión del grupo y que percibirá por ello en torno a un 20% por sus duras negociaciones en las liquidaciones de los activos; además de los os y la agenda que se le crea, como también los bienes que se quedan en el camino.