El mercado del transporte ferroviario español está empezando a liberalizarse, aunque de una manera muy nuestra. Ayer se supo que CAF, el fabricante de ferrocarriles de Beasain, habÃa logrado obtener la cualificación de operador, para poder competir con Renfe. Extrañamente, CAF no opera trenes en ningún otro lugar de Europa, donde se limita a competir con los otros fabricantes, Siemens, Bombardier, Alstom e Hitachi, que acaba de instalarse en Europa.
Además del fabricante de trenes vasco, Alsa, Avanza, Air Nostrum, Ferrovial, ACS y Acciona también habÃan conseguido previamente las correspondientes autorizaciones para operar ferrocarriles comercialmente, aunque esto no ha significado nada hasta el momento, puesto que España es el único paÃs de Europa en el que todavÃa no hay más que un operador de pasajeros, que es Renfe.
Sin embargo, todo esto muy huele fatal. Observen que ninguno de los operadores que han entrado en el mercado alemán âel segundo más liberalizado de Europaâ o en el holandés, o en los escandinavos, o hasta en el italiano, y por supuesto en Gran Bretaña, no están presentes en España, salvo Alsa. ¿Por qué Arriva, la filial de DB no ha hecho presencia en nuestro paÃs, cuando se ha expandido por todo el continente? ¿Por qué Abellio no aparece entre quienes quieren operar aquÃ, aunque sà está presente en casi todos los mercados? ¿Por qué razón Veolia, el operador francés, no tiene licencia aquà y sà en toda Europa? A excepción de National Express, que en España es Alsa, uno de sus co-propietarios, nadie de los grandes operadores europeos está en este paÃs. En su lugar, extrañamente, aparecen casi todas las empresas de construcción. ¿Qué tiene que ver la construcción con la gestión de trenes? Nosotros somos diferentes.
¿No será que en este paÃs quienes acceden a los negocios son los que tienen buena relación con los polÃticos y no quienes sà saben cómo gestionar una determinada actividad?
DifÃcilmente vamos a crear un mercado competitivo en los trenes, si lo hacemos con constructoras y fabricantes metalúrgicos. Será probablemente como el mercado de la gasolina o el de la energÃa eléctrica donde nada recuerda que están en competencia.
Efectivamente, creo que esa es la tendencia desgraciadamente,quienes acceden a los negocios son los que tienen buena relación con los polÃticos y no quienes sà saben cómo gestionar una determinada actividad. Y dicho esto,las pruebas las tenemos en los lobbies de este paÃs que realizan acciones continuamente dirigidas a influir ante la istración Pública para promover decisiones favorables a SUS INTERESES. Esta sociedad española, capacitada para lo mejor y a la par sumisa ante estas desvergüenzas debe cambiar su chip y avanzar por el camino de la competencia leal y esto supone un ejercicio de ética en la relación de la organización con sus empresas competidoras, primando, prioritáriamente la capacidad de gestión tendente a mejorar el nivel de vida de nuestra sociedad.