No hay un solo dÃa en la que portavoces institucionales polÃticos, empresarios del sector, lobbys de distintos sectores, dirigentes sindicales y analistas de la cosa pública no pongan el dedo en la llaga: el turismo es YA el principal damnificado del intento secesionista por parte de una élite a la que parece importar una higa las consecuencias de sus irresponsables acciones.
Bien. Los primeros informes realizados por entidades solventes e independientes sobre los efectos que para el tejido productivo y la economÃa en Cataluña sostienen que al menos un 30 por ciento de su PIB ha decidido abandonar ya la referida comunidad autónoma. Acto seguido hay que recordar que la economÃa catalana representaba hasta ahora el 20 por ciento del PIB nacional y en estos momentos los mismos expertos creen que ha bajado entre un punto y punto y medio.
El sector que más sufre ya las consecuencias del intento golpista âun golpista es aquel que intenta cambiar el orden constitucional y democrático por la vÃa de los hechos consumados y al margen de la leyâ es, sin duda, el TURISMO. Un sector absolutamente clave para Cataluña y en donde sus empresarios especÃficos son de los más señeros de toda España. Yo no estoy aquà para alarmar a nadie, ni para echar leña al fuego, ni tampoco para dejar de echarlo. Escribo aquà para describir la realidad de lo que sucede, postverdades al margen y posicionamientos ideológicos que no se pueden ni deben anatemizar en un orden democrático. De modo y manera, que nadie trate de sacar de mentira, verdad. O de verdad, mentira.
Comprendo el dolor de los empresarios que tienen que levantar sus tiendas para irse a otro lugar del paÃs donde hay más seguridad jurÃdica y, en cualquier caso, los vapores etÃlicos no producen sueños equinocciales. Hablo de esa élite rupturista que persigue exclusivamente sus intereses personales o de partido. Jamás me referiré al laborioso pueblo catalán que durante muchas décadas ha demostrado ser moderado, pactista, sensato y progresista.
Comprendo también la inquietud de muchos de los trabajadores que prestan sus servicios en empresas turÃsticas âhoteleras, receptivas, excursionistas, transporte, etcâ¦â porque ven peligrar su sustento y su futuro. A todos, empresarios y trabajadores, inversionistas y s, les ha costado mucho levantar un imperio turÃstico aprovechando las magnÃficas condiciones que tiene ese territorio. Pero tendrán que apuntar muy bien a sus responsables.
Los cruceros ponen rumbo a otros puertos, incluso el de Valencia se está viendo afectado, los jubilados del Imserso no están por elegir destinos de antaño en el territorio donde todavÃa manda Puigdemont, los hoteles ven peligrar sus reservas y hasta el Teatre Liceu anuncia acongojado ante el hecho cierto de la rebaja sustancial en las ventas de entradas.
Costa Cruceros ha repartido un folleto entre sus clientes informando que corren peligro en las calles de Barcelona por âconflictos y enfrentamientos civilesâ a la vez que recomienda huir de las concentraciones masivas. Esto no se lo inventan, oiga, el columnista. Son HECHOS. No soy muy partidario de las âalarmasâ, entre otras cosas, porque al final siempre pagan justos por pecadores. Es decir, los más débiles. ¿Se puede estar alguien en su sano juicio para negar los hechos que conoce todo el mundo como hace el vicepresidente (por ahora) señor Junqueras?
Barcelona fue durante décadas la ciudad preferida como âespacio de congresosâ. Una actividad limpia que deja millones de euros. Un turismo especÃfico extraordinario y que todas las ciudades del mundo reclaman para sÃ. Incluso esa realidad empieza a tambalearse. Lo escribo por tristeza en una ciudad donde vivà durante casi cuatro años cuando ya se veÃa el bigote al leviatán, pero jamás supimos intuir que el leviatán terminarÃa por comerse a sus propios hijos.
¿Sigo? Tendré que continuar, sin duda, porque el espectáculo no ha terminado todavÃa y, francamente, promete.
..... Arrimando el ascua a su sardina...... En estos tiempos , en los mass media de este paÃs, se lleva mucho. Pues muy bien. Tambien habemos gente muy crÃtica con los medios, y los que los hacen, sin acritud, que decÃa uno de los hoy "jarrones chinos".....
Lo que describe el periodista es tan real como la vida misma. Tampoco puede sorprender a nadie lo que está ocurriendo Se veÃa venir.