A lo largo de los últimos sesenta años, el turismo ha afectado profundamente la forma de vida de las Islas Baleares. Una parte de su territorio y paisaje se ha visto alterado al igual que la fisonomÃa de sus pueblos y ciudades. Su escala de valores y su jerarquÃa social difieren considerablemente de las de antaño. De tierra de emigrantes ha pasado a ser la tierra de promisión para una gran masa de inmigrantes. Debilidades humanas como la codicia y la envidia se han visto desarrolladas de forma exponencial. El becerro del oro campa por doquier y la envidia, nunca mejor dicho, es el deporte nacional.
Sólo interesa el dinero y lucir más que el vecino. A pesar de los problemas que acarrea, el turismo sigue reinando aunque, como adelantara el estudioso G. Doxey, se ha pasado de la euforia general al rechazo de una parte de la sociedad. Ahora se ha puesto de moda apuntar al turismo como el eje de todos los males y no pasa dÃa que polÃticos e intelectuales de determinadas ideologÃas, auspiciados por medios de comunicación afines, arremetan contra la actividad turÃstica, unos de forma velada y otros a cara descubierta.
Su mensaje es claro: el turismo resta calidad de vida a los residentes, por consiguiente, hay que limitar la llegada de visitantes. Para que cale el mensaje se orquesta una constante baterÃa de noticias negativas al unÃsono con toda suerte de normativas restrictivas y la imposición de impuestos medioambientales a los que pernoctan en establecimientos reglados. Como quiera que la mitad de los que visitan las islas no eligen hoteles o similares resulta que esta mitad no paga los citados impuestos. Debe ser que esa mitad no afecta al medio ambiente. Una injusticia a todas luces descomunal.
Hace unos dÃas apareció la noticia en la prensa local de que la Conselleria de Turisme, en su afán por dar a conocer las excelencias del impuesto medioambiental, iba a comprar doscientos veinticinco mil ejemplares editados en inglés y alemán para ser distribuidos en los hoteles a través de la Federación Hotelera de Mallorca (Asombro: los hoteleros apoyan publicitar la ecotasa balear). Mucho ha cambiado el talante de la Federación. De combativa con el impuesto ha pasado a ser promotora del mismo.
Imagino que en el ánimo de los actuales inquilinos de la Federación está la voluntad de mejorar la imagen del sector de alojamiento. DifÃcil lo tienen. El hotelero tiene un estigma. No se le perdona haber creado riqueza y haberse hecho rico viniendo de donde viene, de las antiguas capas bajas de la sociedad. Es la envidia la que corroe el ambiente. Es en este ambiente donde los actuales gestores de los poderes públicos encuentran el campo abonado para hostigarles. Ya se sabe, quien dicta el BoletÃn Oficial tiene el poder de amedrentar y domesticar.
Me temo que la domesticación ya ha empezado. Vamos camino del pensamiento único y la pérdida de la independencia. Aunque, queda escrito, siempre los habrá que se resistan a hincar la rodilla.
Los del Pacte de Baleares dan vergüenza ajena. Estigmatizar a quienes crean riqueza y a los que gastan dinero en ellas. Islas que se sustentan PRINCIPALMENTE por la actividad turÃstica. Son lo peor
Hola,
Perdón, pero lo primero es que deberÃan conocer como funciona la recaudación de la tasa turÃstica, para un hotel con buena ocupación (como ha sucedido en los últimos años) ... la tasa ha sido un "chollo", permitiendo atractivos ingresos adicionales.
Otra cosa, ya son las posturas ante el turismo, yo invito a todos esos "libertadores de la patria" que me expliquen como prescindimos de turistas, y eso si, que digan quienes deberemos "abandonar las islas" ... pues sin turismo, o con menos turismo, las islas no podrán soportar la población actual ... ojalá sepan como hacerlo, pero ojo como hacerlo de verdad no con proclamas vacÃas e imposibles