Los gobiernos no suelen dejar que sus aerolÃneas quiebren: siempre inyectan dinero y dinero hasta que se convierte en una costumbre. Pero no es esto lo que acaba de decidir el gobierno estonio, que ha dejado caer a Nórdica, la aerolÃnea pública, que además se lleva por delante a su filial Xfly.
El futuro de los 579 empleados que tenÃa el grupo está ya claro: a la calle. No hay negociaciones ni búsquedas de soluciones. Cierre y listo. Remco Althuis, el director general del grupo Nordic Aviation Group, ha anunciado la decisión, sin contemplaciones. Nada de la fórmula americana. Aquà la bancarrota significa que ahora se venderán los activos y los acreedores cobrarán lo que sea posible cobrar. Y el Estado estonio mira para otro lado.
Si a usted el nombre Nordica no le suena, no se extrañe porque en realidad la compañÃa nunca llegó a ser nada serio. Nació en 2015, como toca, con sus aviones, intentando dar sus servicios. Pero la dura competencia sobre todo de Air Baltic, que vuela desde su base, Tallin, hizo que en apenas cuatro años el proyecto se hundiera y la compañÃa quedara para dar servicios a otros. Cómo serÃa su situación que el Covid, que para todas las aerolÃneas del mundo fue un dolor de cabeza, para Nórdica fue un alivio porque le daba un argumento para justificar su desastre. No obstante, apenas acabó la pandemia, el estado puso la compañÃa en venta.
Y ahà apareció Lars Thuesen, un exitoso empresario danés, que estuvo negociando la posible compra durante mucho tiempo. Thuesen es el propietario del veinte por ciento del capital de Air Baltic, que opera en Estonia, aunque tiene su sede en la vecina Letonia. Pero todo fracasó esta semana, lo que llevó al gobierno a disolver la compañÃa.
El Estado de Estonia la verdad es que es un ejemplo. Asà deberÃan actuar en el resto de Estados europeos. Ojalá tomáramos ejemplo en España.